domingo, 12 de mayo de 2013

Pierre Montet: LOS DÍAS FASTOS Y NEFASTOS







Una vez que había cumplido con sus deberes hacia los dioses y observado el descanso dominical, el egipcio aún no podía entregarse a los placeres u ocuparse de cosas útiles. Los días estaban repartidos en tres categorías: buenos, amenazadores u hostiles, según los acontecimientos que los habían señalado en los tiempos en que los dioses se hallaban en la tierra. Al final del tercer mes de la inundación, Horus y Seth habían interrumpido su espantosa lucha. Se había dado la paz al mundo. Horus recibió en legítima propiedad todo Egipto. El desierto en toda su extensión se convirtió en patrimonio de Seth. Los dioses estaban alegres, y ante los dioses apaciguados y reconciliados, pues la querella se había extendido a todos los habitantes del cielo, Horus se puso en la cabeza la corona blanca y Seth la corona roja. Fueron tres días felices. Y también lo fue el primero del segundo mes de perit, en que Ra, valiéndose de sus dos poderosos brazos, levantó el cielo, y el 12 del tercer mes de esa misma estación, porque Thot había reemplazado a la majestad de Tum en el estanque de las dos verdades del templo.
Pero Seth no tardó en volver a las andadas. El 3 del segundo mes de perit, Seth y sus compañeros se opusieron a la navegación de Chu. Era un día amenazador, y asimismo el 13 del mismo mes, en que el ojo de Sekhmet, la diosa que soltaba las epidemias, se puso terrible. En cuanto al 26 del primer mes de ajit, no sólo era inquietante, sino resueltamente nefasto, porque era el aniversario del gran combate entre Horus y Seth. Tomando ambos dioses la forma humana, empezaron a golpearse en los costados, luego, transformados en hipopótamos, estuvieron tres días y tres noches en ese estado hasta que Isis, madre del primero y hermana del segundo, los obligó, tirando su arpón, a que dejaran esa forma grotesca. El día del nacimiento de Seth, que era el tercero de los epagómenos, era un día nefasto. Los reyes lo pasaban hasta la noche sin entregarse a ningún asunto y sin ocuparse de su propio cuidado. La conducta de los particulares se sujetaba también a la naturaleza de los días. Durante los días nefastos, más valía no salir de casa, tanto a la puesta del sol como durante la noche, y aun a cualquier hora del día. Podía prohibirse bañarse o embarcarse, o emprender un viaje, comer pescado y hasta todo lo que sale del agua, matar una cabra, un buey, un pato. El 19 del primer mes de perit y varios otros días, no podían acercarse a las mujeres sin correr el peligro de que la infección los devorara. Hay días en que no se debe encender fuego en la casa, otros en que sería malo escuchar cantos alegres, pronunciar el nombre de Seth, dios pendenciero, brutal y licencioso. Quien pronunciaba ese nombre, salvo de noche, tenía eternas querellas en su casa.
¿Cómo se informaba el egipcio de lo que podía hacer, lo que en caso de necesidad podía emprender y, en fin, lo que debía evitar a toda costa? Sin duda por la tradición, mas para refrescar la memoria y fijar los casos dudosos, había calendarios de los días fastos y nefastos. Poseemos extensas porciones de uno de esos calendarios y fragmentos de otros dos.15 Si tuviéramos la suerte de poseer un calendario completo, supongo que en él leeríamos, en una introducción, en qué autoridad se basaban los consejos y las prohibiciones. Los oráculos no faltaban en Egipto. Los calendarios de los días fastos y nefastos provenían sin duda de los templos donde se pronunciaban los oráculos; sin duda, también, se contradecían, lo que permitía al egipcio que tenía absoluta necesidad de salir, de viajar, de trabajar un día en que no estaba recomendado, consultar otro oráculo que consideraba afortunados los días clasificados entre los nefastos por el primero. Los hechos de Seth habían dejado en los lugares adictos a Osiris, a Horus, a Amón, un recuerdo detestable, pero en Papremis,16 y en todo el Oriente de la Delta, en el centro, en el undécimo nomo, en el Alto Egipto, en Nubit y en Oxirrincos, en fin, en todas partes donde se honraba a Seth, esos mismos actos pasaban por hazañas y su aniversario no podía sino ser un día afortunado. Supongamos, sin embargo, que ese egipcio no tuviera los medios de consultar otro oráculo, o que sólo tuviera fe en el suyo, al final del calendario se le indicaba la manera de salir del paso y cómo entregarse al amor sin peligro, bañarse sin que se lo engullera un cocodrilo, pasar delante de un toro sin que muriera en el acto. Bastaba con recitar una fórmula apropiada a la circunstancia, con tocar su amuleto, o, mejor todavía, ir al templo y dejar una ofrenda.



 15 Pap. Sallier IV, estudiado por CHABAS. Le calendrier des jours fastes et néfastes de l'année égyptienne, París y Chalón, 1870, y Bibliothéque égyptologique, XII, 127, y BUDGE, Fac-similé of Eg. Hieratic papyri in the Br. Mus., II, pl. 88 y sigts. GRIFFITH, The Petrie Papyri, pág. 62 y pl. 25.
16 Sobre Seth (Ares) en Papremis, véase HERODOTO, II, 59, 63.


Los días fastos y nefestos
Pierre Montet 

LA VIDA COTIDIANA EN EGIPTO EN TIEMPOS DE LOS RAMSÉS
(SIGLOS XIII-XII a. C)



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