Una vez que
había cumplido con sus deberes hacia los dioses y observado el descanso
dominical, el egipcio aún no podía entregarse a los placeres u ocuparse de
cosas útiles. Los días estaban repartidos en tres categorías: buenos,
amenazadores u hostiles, según los acontecimientos que los habían señalado en
los tiempos en que los dioses se hallaban en la tierra. Al final del tercer mes
de la inundación, Horus y Seth habían interrumpido su espantosa lucha. Se había
dado la paz al mundo. Horus recibió en legítima propiedad todo Egipto. El
desierto en toda su extensión se convirtió en patrimonio de Seth. Los dioses
estaban alegres, y ante los dioses apaciguados y reconciliados, pues la
querella se había extendido a todos los habitantes del cielo, Horus se puso en
la cabeza la corona blanca y Seth la corona roja. Fueron tres días felices. Y
también lo fue el primero del segundo mes de perit, en que Ra,
valiéndose de sus dos poderosos brazos, levantó el cielo, y el 12 del tercer
mes de esa misma estación, porque Thot había reemplazado a la majestad de Tum
en el estanque de las dos verdades del templo.
Pero Seth no tardó en volver a las andadas. El 3 del segundo mes de perit,
Seth y sus compañeros se opusieron a la navegación de Chu. Era un día
amenazador, y asimismo el 13 del mismo mes, en que el ojo de Sekhmet, la diosa
que soltaba las epidemias, se puso terrible. En cuanto al 26 del primer mes de ajit,
no sólo era inquietante, sino resueltamente nefasto, porque era el
aniversario del gran combate entre Horus y Seth. Tomando ambos dioses la forma
humana, empezaron a golpearse en los costados, luego, transformados en
hipopótamos, estuvieron tres días y tres noches en ese estado hasta que Isis,
madre del primero y hermana del segundo, los obligó, tirando su arpón, a que
dejaran esa forma grotesca. El día del nacimiento de Seth, que era el tercero
de los epagómenos, era un día nefasto. Los reyes lo pasaban hasta la noche sin
entregarse a ningún asunto y sin ocuparse de su propio cuidado. La conducta de
los particulares se sujetaba también a la naturaleza de los días. Durante los
días nefastos, más valía no salir de casa, tanto a la puesta del sol como
durante la noche, y aun a cualquier hora del día. Podía prohibirse bañarse o
embarcarse, o emprender un viaje, comer pescado y hasta todo lo que sale del
agua, matar una cabra, un buey, un pato. El 19 del primer mes de perit y varios
otros días, no podían acercarse a las mujeres sin correr el peligro de que la
infección los devorara. Hay días en que no se debe encender fuego en la casa,
otros en que sería malo escuchar cantos alegres, pronunciar el nombre de Seth,
dios pendenciero, brutal y licencioso. Quien pronunciaba ese nombre, salvo de noche,
tenía eternas querellas en su casa.
¿Cómo se informaba el egipcio de lo que podía hacer, lo que en caso de
necesidad podía emprender y, en fin, lo que debía evitar a toda costa? Sin duda
por la tradición, mas para refrescar la memoria y fijar los casos dudosos,
había calendarios de los días fastos y nefastos. Poseemos extensas porciones de
uno de esos calendarios y fragmentos de otros dos.15 Si tuviéramos la
suerte de poseer un calendario completo, supongo que en él leeríamos, en una
introducción, en qué autoridad se basaban los consejos y las prohibiciones. Los
oráculos no faltaban en Egipto. Los calendarios de los días fastos y nefastos
provenían sin duda de los templos donde se pronunciaban los oráculos; sin duda,
también, se contradecían, lo que permitía al egipcio que tenía absoluta
necesidad de salir, de viajar, de trabajar un día en que no estaba recomendado,
consultar otro oráculo que consideraba afortunados los días clasificados entre
los nefastos por el primero. Los hechos de Seth habían dejado en los lugares
adictos a Osiris, a Horus, a Amón, un recuerdo detestable, pero en Papremis,16 y en todo el
Oriente de la Delta, en el centro, en el undécimo nomo, en el Alto Egipto, en
Nubit y en Oxirrincos, en fin, en todas partes donde se honraba a Seth, esos
mismos actos pasaban por hazañas y su aniversario no podía sino ser un día
afortunado. Supongamos, sin embargo, que ese egipcio no tuviera los medios de
consultar otro oráculo, o que sólo tuviera fe en el suyo, al final del
calendario se le indicaba la manera de salir del paso y cómo entregarse al amor
sin peligro, bañarse sin que se lo engullera un cocodrilo, pasar delante de un
toro sin que muriera en el acto. Bastaba con recitar una fórmula apropiada a la
circunstancia, con tocar su amuleto, o, mejor todavía, ir al templo y dejar una
ofrenda.
15 Pap. Sallier IV, estudiado por CHABAS. Le calendrier des jours fastes et néfastes de l'année égyptienne, París y Chalón, 1870, y Bibliothéque égyptologique, XII, 127, y BUDGE, Fac-similé of Eg. Hieratic papyri in the Br. Mus., II, pl. 88 y sigts. GRIFFITH, The Petrie Papyri, pág. 62 y pl. 25.
16 Sobre Seth (Ares) en Papremis, véase HERODOTO, II, 59, 63.
16 Sobre Seth (Ares) en Papremis, véase HERODOTO, II, 59, 63.
Los días fastos y nefestos
Pierre Montet
LA VIDA COTIDIANA EN EGIPTO EN TIEMPOS DE LOS RAMSÉS
(SIGLOS XIII-XII a. C)
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