miércoles, 26 de junio de 2013
fragmento de las Instrucciones a Merikaré
«[Comienzo de la Instrucción que hizo la majestad del rey del Alto y Bajo Egipto Hety] para su hijo Merikaré...
... Un hombre violento significa confusión para los ciudadanos. Crea partidarios entre los jóvenes. Si tú hallas que los ciudadanos se están pasando a él, acúsalo ante los cortesanos. Un charlatán es alguien que crea problemas en la ciudad...
... Que seas justificado ante el dios, de forma que la gente pueda hablar (incluso) en tu ausencia. Que castigues en respuesta al [crimen]. Una buena naturaleza es el cielo del hombre. (Por el contrario) la maldición del [violento] es terrible. Sé hábil de palabras, para resultar victorioso. La lengua es la espada del... Las palabras son más fuertes que cualquier combate, y el ingenioso no puede ser sobrepasado. El sabio es una [escuela] para los nobles, y aquellos que conocen su sabiduría no lo atacarán. No habrá [delitos] cerca de él. La Verdad vendrá a él en (toda) su pureza, de acuerdo con los consejos de las palabras de los antepasados.
Imita a tus padres y a tus antepasados... Mira, sus palabras quedaron fijadas en libros. Abre, lee y copia (su) sabiduría. El que es enseñado se convierte en un experto. No seas malvado; la clemencia es buena. Haz tu monumento duradero por amor a ti. Multiplica al pueblo, enriquece a la ciudad. El dios será adorado por tus donaciones... Pide por tu felicidad; ruega por tu salud... Respeta a los nobles; ten a salvo a tu pueblo. Fortalece tus fronteras y tus guardias fronterizas. Es bueno trabajar para el futuro. La vida del clarividente es respetada (en tanto) que el confiado será (siempre) un sufridor. Haz que la gente venga [a ti] gracias a tu buen carácter. Es un vil el que ambiciona la tierra [de su vecino], un ignorante el que anhela lo que otros poseen.
[La vida] en la tierra pasa. No es larga. Afortunado aquel de quien se guarda un (buen) recuerdo. Un millón de hombres no aprovechan al señor del Doble País. [El hombre bueno] vive para siempre. El que viene con Osiris puede marchar, al igual que el que abandona al complaciente consigo mismo.
Engrandece a tus nobles, para que ellos sigan tus leyes. Aquel que es rico en su casa no se mostrará parcial; es un señor de bienes el que de nada carece. (Por el contrario) el hombre pobre no habla de acuerdo con su verdad; no actúa correctamente quien dice: "¡Ojalá yo tuviera!"; se muestra parcial con el que ama; se inclina ante el señor de sus sobornos. Grande es el grande cuyos grandes son grandes. Es fuerte el rey que tiene cortesanos; aquel que es rico en nobles es bien estimado. Di la verdad en tu casa para que te respeten los nobles de la tierra, porque la rectitud le cuadra bien a un soberano. El frente de una casa es el que inspira el temor a la parte posterior.
Practica la justicia y perdurarás sobre la tierra. Apacigua al que llora; no oprimas a la viuda; no apartes a un hombre de las posesiones de su padre. No dañes a los nobles en sus posesiones. Guárdate de castigar equivocadamente. No mates, pues eso no te ha de ser de provecho; castiga (mejor) con golpes y con la prisión. Gracias a ello esta tierra estará en orden, excepto el rebelde, cuyos planes serán descubiertos, pues el dios conoce a los traidores y golpea sus crímenes en sangre. Él es misericordioso... la vida. No mates a un hombre cuyas cualidades conoces, aquel con quien (una vez) cantaste las escrituras..., uno que marchaba con libertad en el lugar de los secretos. El Ba llega al lugar que conoce; no se extravía de su camino de ayer; no puede oponérsele ningún tipo de magia, y llega hasta aquellos que le dan el agua.
(En cuanto) al tribunal que juzga a los miserables, sabes que ellos no son benignos en el día de juzgar al malvado, en la hora de cumplir con su tarea. Es terrible que el acusador sea un hombre de conocimiento. No pongas tu confianza en la duración de los años, pues ellos ven el tiempo de la vida como una hora. El hombre puede permanecer tras la muerte, pues sus acciones se colocan junto a él como un tesoro, y la existencia allí es eterna. Estúpido es quien hace que ellos (los jueces) se irriten. Y respecto al que llega a ellos sin haber cometido faltas, quedará allí como un dios, yendo libremente, como los señores, eternamente.
Recluta a tus jóvenes y la Residencia te amará. Multiplica tus partidarios entre los que te rodean. Mira, tu ciudad está llena de incremento (nuevo) de gente. Durante veinte años se complacen los jóvenes en seguir su deseo... Los veteranos volverán a sus hijos (?)... Yo he realizado levas entre ellos cuando aparecí en gloria (como un rey). Engrandece a tus nobles; promueve a tus [soldados]; enriquece a los jóvenes que te siguen. Provee con bienes; dota con campos; recompensa con ganado. No distingas entre el hijo de un hombre (bien-nacido) y un plebeyo. Toma al hombre según sus habilidades; todas las artes prosperarán. Protege tu frontera; erige tus fortalezas. La tropa es provechosa para su señor. Haz [hermosos] tus monumentos para el dios; éste hace vivir el nombre del que lo hace. El hombre ha de hacer lo que es beneficioso para su Ba. En el servicio sacerdotal mensual lleva sandalias blancas; visita el templo; sé discreto con los secretos; entra en el santuario y come pan en el templo. Provee espléndidamente la mesa de ofrendas; incrementa las provisiones y multiplica las ofrendas cotidianas. Ello es provechoso para quien lo hace. Provee tus monumentos de acuerdo con tu riqueza, pues incluso un solo día puede aportar para la eternidad, incluso una hora puede contribuir al futuro. El dios reconoce a quien hace para él...
Versión de José Miguel Serrano Delgado, Textos para la historia antigua de Egipto, Ed. Cátedra, Madrid 1993, pp. 90-92.
Merikaré era un faraón de la Dinastía X de Herakleópolis. Su reinado transcurre durante los difíciles años del Primer Período Intermedio, cuando Egipto sufre una profunda crisis política y una desintegración temporal del estado.
La obra se conoce a través de varios papiros del Imperio Nuevo, aunque su creación debe datar de un momento más cercano al reinado de este monarca, en los años finales del III milenio. En ella, el faraón era aleccionado por su padre y predecesor en el trono, que le aconseja sobre la mejor forma de gobernar, por el bien del país y por la imagen del soberano que va a pasar a la posteridad. Con este objetivo, se realiza una semblanza del rey ideal, invocando valores como la justicia, la clemencia, la sabiduría, la eficacia en la administración interna y la fortaleza hacia el exterior. (Pilar González-Conde).
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