En el apartado noventa y ocho, Heródoto nos habla de cómo obtienen el polvo de oro los indios, y nos cuenta también como viven esas personas: “Esa gran cantidad de oro de la que, como he dicho, los indios llevan al rey una porción en polvo, la adquieren del siguiente modo. La parte de la India que está al Levante es un arenal, porque de los pueblos que conocemos y acerca de los cuales se dice algo de cierto, los indios son, entre los del Asia, los más vecinos a la aurora, y a la salida del sol; por eso la parte de la India que está al Levante es un desierto, a causa de la arena. Hay en la India muchos pueblos y no de una misma lengua; unos nómadas, otros no; unos viven en los pantanos del río y se alimentan de pescado crudo que pescan en barcas de caña: un solo canuto forma cada barca. ÉStos son los indios que visten ropa de junco; después de recoger el junco del río y machacarlo, lo tejen luego como estera, y lo llevan como peto.”
En el párrafo noventa y nueve , Heródoto nos habla de otros indios diferentes a los anteriores por sus costumbres y habitos alimentarios:” Otros indios que viven al Levante de éstos, son nómadas y comen carne cruda. Se llaman padeos y se dice que tienen las siguientes usanzas. Cuando uno de ellos enferma (sea hombre o mujer), si es hombre, los hombres más allegados le matan, dando por razón que si la enfermedad le consume, sus carnes se corromperán; si niega su enfermedad, ellos no le creen, le matan y se regalan con él; si enferma una mujer, las mujeres más allegadas se conducen del mismo modo que los hombres. Porque sacrifican y comen a quien llega a la vejez. Pero no son muchos los de ese número, ya que matan a todo el que ha enfermado antes.”
En el párrafo número cien, de Talía, Heródoto nos sigue describiendo a los indios y nos habla de un nuevo grupo:” Otros indios hay que tienen esta otra costumbre: no matan animal alguno, ni siembran nada, ni suelen tener casa. Se alimentan de hierbas y tienen un grano, tamaño como el mijo, en su vaina, que crece naturalmente de la tierra; lo recogen y lo comen cocido con la misma vaina. El que entre ellos cae enfermo se va a despoblado y se tiende; nadie se cuida de él, ni mientras está enfermo ni después de muerto.”
Desdepues de Talía, volvamos a tras y comencemos a repasar los párrafos de Euterpe que me faltaban. En el apartado cuarenta y dos, Heródoto nos habla del templo de Zeus y los sacrificios. “Todos cuantos han levantado el templo de Zeus de Tebas o pertenecen al nomo de Tebas, se abstienen de las ovejas pero matan las cabras, lo que no es de extrañar (porque todos los egipcios no veneran a una a los mismos dioses, salvo Isis y Osiris, el cual, según dicen, es Dioniso: a éstos todos los veneran a una). Por el contrario, todos cuantos poseen un santuario de Mendes o pertenecen al nomo mendesio, se abstienen, al contrario, de las cabras, pero matan a las ovejas. Los de Tebas y los que a su ejemplo se abstienen de las ovejas, dicen que esa regla les ha sido impuesta por los siguientes motivos: Heracles quería ver a toda costa a Zeus. Quien no quería ser visto de él. Al fin después de porfiar Heracles, Zeus ideó esta traza: desolló un carnero, le cortó la cabeza, se tapó con ella, se vistió el vellón y así se presentó a Heracles. Por eso los egipcios hacen la imagen de Zeus con cabeza de carnero; y a ejemplo de los egipcios, los amonios, que son colonos de los egipcios y de los etíopes, y se sirven de una lengua intermedia entre las de entrambos. Y me parece que también tomaron de él su nombre de amonios, ya que los egipcios llaman Amón a Zeus. Por esa razón los de Tebas no sacrifican carneros y los miran como sagrados. Pero un día al año, en la fiesta de Zeus, matan un carnero, le desuellan y con la piel visten la imagen de Zeus del mismo modo que en la fábula, y luego le presentan otra imagen, de Heracles. Después de esto, todos los del templo se golpean lamentando al carnero, y luego le entierran en un ataúd sagrado.”
En el párrafo cuarenta y tres de Euterpe, Heródoto nos habla del dios Heracles :”Acerca de Heracles oí contar que era uno de los doce dioses. Acerca del otro Heracles que conocen los griegos, no pude oír nada en ningún lugar del Egipto. De que los egipcios no tomaron de los griegos el nombre de Heracles, antes bien los griegos lo tomaron de los egipcios (y entre los griegos, los que pusieron el nombre de Heracles al hijo de Anfitrión), de que es así tengo entre muchas pruebas la siguiente: el padre y la madre de este Heracles, Anfitrión y Alcmena, eran ambos por su abolengo originarios de Egipto; además confiesan los egipcios que no conocen los nombres de Posidón ni de los Dioseuros, ni están admitidos entre sus demás dioses. Pero si hubieran tomado de los griegos el nombre de alguna divinidad, de éstos hubieran debido acordarse, no en último, sino en primer lugar, si es que ya entonces se dedicaban a la navegación y habían navegantes griegos, como creo y mi opinión me persuade; de suerte que los egipcios hubieran aprendido el nombre de estos dioses más bien que el de Heracles. Por el contrario, Heracles es dios antiguo entre los egipcios: según ellos dicen, han pasado diecisiete mil años desde que los ocho dioses engendraron a los doce dioses, uno de los cuales piensan que es Heracles, hasta el reinado de Amasis.”
Sigamos con el párrafo cuarenta y cuatro de Euterpe cuando Heródoto embarca hacia Tiro: "Deseando obtener sobre estas materias conocimiento claro de quienes podían decírmelo, me embarqué para Tiro de Fenicia, porque oí decir que allí había un santuario venerable de Heracles. Lo vi ricamente adornado de muchas ofrendas, y entre ellas dos columnas, la una de oro acendrado, la otra de piedra esmeralda, que de noche resplandecía sobremanera. Entré en plática con los sacerdotes del dios, y les pregunté cuánto tiempo hacía de la erección de su santuario, y hallé que tampoco iban acordes con los griegos, pues decían que el santuario del dios había sido erigido al mismo tiempo que se fundaba Tiro, y que hacía dos mil trescientos años que estaba poblada Tiro. Vi en Tiro otro santuario de Heracles, con el sobrenombre de Tasio. Y también pasé a Taso, donde encontré un santuario de Heracles erigido por los fenicios, que se hicieron a la mar en busca de Europa, y fundaron a Taso; y esto sucedió cinco generaciones antes de nacer en Grecia Heracles, hijo de Anfitrión. Estas averiguaciones prueban claramente que es Heracles un dios antiguo, y que hacen muy bien aquellos griegos que han levantado dos especies de templos de Heracles, en uno de los cuales le hacen sacrificio como a inmortal, con el sobrenombre de olímpico, y en el otro le rinden honras fúnebres como a héroe."
En el párrafo cuarenta y cinco, Heródoto nos habla de la fábula de Heracles: “Entre las muchas historias desatinadas que refieren los griegos, se encuentra esta necia fábula que dicen sobre Heracles: que cuando llegó a Egipto, los egipcios le coronaron y le llevaron en procesión para sacrificarle a Zeus; él se quedó quieto por un tiempo, pero cuando comenzaron el sacrificio junto al altar recurrió a la fuerza y los pasó a cuchillo a todos. Al contar esto, me parece que los griegos ignoran de todo punto la naturaleza y costumbres de los egipcios. ¿Cómo intentarían sacrificar hombres, cuando no les es licito sacrificar animales, salvo los cerdos, toros y terneros que sean puros, y gansos? Además, ¿cómo es posible que Heracles solo, y todavía mortal, según declaran, pudiera acabar con tantos millares? Sobre lo dicho acerca de esas materias, séannos benévolos tanto los dioses como los héroes.”
En el párrafo cuarenta y seis, Heródoto nos habla de las diferentes costumbres : “ Los egipcios que dije, no matan cabras ni machos cabríos por esta razón: los mendesios cuentan a Pan por uno de los ocho dioses, y dicen que esos ocho dioses existieron antes de los doce, y los pintores y escultores pintan y esculpen a Pan como los griegos, con rostro de cabra y patas de chivo, sin que crean que sea así, sino igual a los demás dioses. Y no me es muy grato decir por qué lo representan así. Los mendesios veneran a todas las cabras, más a los machos que a las hembras y a ellos tributan los cabreros mayores honras, principalmente a uno entre todos, el cual, cuando muere causa gran duelo a todo el nomo mendesio. En Egipto tanto el macho cabrío como Pan se llaman Mendes. En aquel nomo sucedió en mis días este prodigio: un cabrón se juntó abiertamente con una mujer; esto llegó a conocimiento de todos.”
En el párrafo cuarenta y siete, Heródoto nos cuenta lo siguiente acerca de las costumbres de los egipcioes: "Los egipcios miran al puerco como animal impuro; por eso, si al pasar alguien roza un puerco, va a bañarse al río con sus vestidos, y por eso los porquerizos, aunque sean naturales del país, son los únicos entre todos en no entrar en ningún templo, y nadie quiere darles en matrimonio sus hijas ni tomar las de ellos, viéndose obligados a casarse entre sí. Los egipcios no juzgan lícito sacrificar cerdos a los demás dioses sino solamente a la Luna y a Dioniso, y en un tiempo mismo, en un mismo plenilunio, sacrifican cerdos y comen la carne. Acerca de por qué abominan de los cerdos en las demás festividades pero los sacrifican en ésta, hay un relato que cuentan los egipcios, pero aunque lo sé no considero muy conveniente referirlo. El sacrificio de los cerdos a la Luna se hace así: después de sacrificar la víctima, juntan la punta de la cola, el bazo y el redaño, cubren todo con la gordura que rodea los intestinos y luego lo arrojan al fuego. La carne restante se come el día del plenilunio en el que se haya hecho el sacrificio, en otro día ya no la probarían. Lós pobres, a causa de su indigencia, modelan puercos de pasta, los cuecen y los sacrifican."
Con respecto a los animales, ý en concreto al sacrificio de bueyes y terneros, Heródoto nos dicelo siguiente en el párrafo cuarenta y uno de Euterpe:"A cualquiera es permitido allí el sacrificio de bueyes y terneros puros y legales, mas a ninguno es lícito el de vacas o terneras, por ser dedicadas a Isis, cuyo ídolo representa una mujer con astas de buey, del modo con que los griegos pintan a Io; por lo cual es la vaca, con notable preferencia sobre los demás brutos, mirada por los egipcios con veneración particular. Así que no se hallará en el país hombre ni mujer alguna que quiera besar a un griego, ni servirse de cuchillo, asador o caldero de alguno de esta nación, ni aun comer carne de buey, aunque puro por otra parte, mientras sea trinchada por un cuchillo griego. Para los bueyes difuntos tienen aparte sepultura; las hembras son arrojadas al río, pero los machos enterrados en el arrabal da cada pueblo, dejándose por señas una o entrambas de sus astas salidas sobre la tierra. Podrida ya la carne y llegado el tiempo designado, va recorriendo las ciudades una barca que sale de la isla Prosopitis, situada dentro de la Delta, de nueve eschenos de circunferencia. En esta isla hay una ciudad, entre otras muchas, llamada Atarbechia donde hay un templo dedicado a Venus, y de la que acostumbran salir las barcas destinadas a recorrer los huesos de los bueyes. Muchas salen de allí para diferentes ciudades; desentierran aquellos huesos, y reunidos en un lugar, les dan a todos sepultura; práctica que observan igualmente con las demás bestias, enterrándolas cuando mueren, pues a ello les obligan las leyes y a respetar sus vidas en cualquier ocasión"
Bueno y como yo he divido los libros de Euterpe y he ido citando los párrafos en, no en el orden del libro... ahora comienzo con el párrafo primero de Euterpe ycontiuaré con esos párrafos. El orden de factores no altera el producto y los que cité anteriormente tenían relación entre ellos :)a sií es que veamos lo que nos dice Heródoto sobre Cambises :"Después de la muerte de Ciro, tomó el mando del imperio su hijo Cambises, habido en Casandana, hija de Farnaspes, por cuyo fallecimiento, mucho antes acaecido, había llevado Ciro y ordenado en todos sus dominios el luto más riguroso. Cambises, pues, heredero de su padre, contando entre sus vasallos a los jonios y a los Eólios, llevó estos griegos, de quienes era señor, en compañía de sus demás súbditos, a la expedición que contra el Egipto dirigía"
Pasamos ahora al párrafo segundo de Euterpe: “Los egipcios vivieron en la presunción de haber sido los primeros habitantes del mundo, hasta el reinado de Psamético. Desde entonces, cediendo este honor a los frigios, se quedaron ellos en su concepto con el de segundos. Porque queriendo aquel rey averiguar cuál de las naciones había sido realmente la más antigua, y no hallando medio ni camino para la investigación de tal secreto, echó mano finalmente de original invención. Tomó dos niños recién nacidos de padres humildes y vulgares, y los entregó a un pastor para que allá entre sus apriscos los fuese criando de un modo desusado, mandándole que los pusiera en una solitaria cabaña, sin que nadie delante de ellos pronunciara palabra alguna, y que a las horas convenientes les llevase unas cabras con cuya leche se alimentaran y nutrieran, dejándolos en lo demás a su cuidado y discreción. Estas órdenes y precauciones las encaminaba Psamético al objeto de poder notar y observar la primera palabra en que los dos niños al cabo prorrumpiesen, al cesar en su llanto e inarticulados gemidos. En efecto, correspondió el éxito a lo que se esperaba. Transcurridos ya dos años en expectación de que se declarase la experiencia, un día, al abrir la puerta, apenas el pastor había entrado en la choza, se dejaron caer sobre él los dos niños, y alargándole sus manos, pronunciaron la palabra becos. Poco o ningún caso hizo por la primera vez el pastor de aquel vocablo; mas observando que repetidas veces, al irlos a ver y cuidar, otra voz que becos no se les oía, resolvió dar aviso de lo que pasaba a su amo y señor, por cuya orden, juntamente con los niños, pareció a su presencia. El mismo Psamético, que aquella palabra les oyó, quiso indagar a qué idioma perteneciera y cuál fuese su significado, y halló por fin que con este vocablo se designaba el pan entre los frigios. En fuerza de tal experiencia cedieron los egipcios de su pretensión de anteponerse a los frigios en punto de antigüedad.”
En el párrafo tercero, Heródoto nos sigue contando la historia y nos habla de cómo Psamético corta la lengua a varias mujeres para que no pudiesen hablar delante de las dos criaturas:”Que pasase en estos términos el acontecimiento, yo mismo allá en Menfis lo oía de boca de los sacerdotes de Vulcano, si bien los griegos, entre otras muchas fábulas y vaciedades, añaden que Psamético, mandando cortar la lengua a ciertas mujeres, ordenó después que a cuenta de ellas corriese la educación de las dos criaturas; mas lo que llevo arriba referido es cuanto sobre el punto se me decía. Otras noticias no leves ni escasas recogí en Menfis conferenciando con los sacerdotes de Vulcano; pero no satisfecho con ellas, hice mis viajes a Tebas y a Heliópolis con la mira de ser mejor informado y ver si iban acordes las tradiciones de aquellos lugares con las de los sacerdotes de Menfis, mayormente siendo tenidos los de Heliópolis, como en efecto lo son, por los más eruditos y letrados del Egipto. Mas respecto a los arcanos religiosos, cuales allí los oía, protesto desde ahora no ser mi ánimo dar de ellos una historia, sino sólo publicar sus nombres, tanto más, cuanto imagino que acerca de ellos todos nos sabemos lo mismo. Añado, que cuanto en este punto voy a indicar, lo haré únicamente a más no poder, forzado por el hilo mismo de la narración.”
En el párrafo cuarto, Heródoto nos cuenta lo siguiente:"Explicábanse, pues, con mucha uniformidad aquellos sacerdotes, por lo que toca a las cosas públicas y civiles. Decían haber sido los egipcios los primeros en la tierra que inventaron la descripción del año, cuyas estaciones dividieron en doce partes o espacios de tiempo, gobernándose en esta economía por las estrellas. Y en mi concepto, ellos aciertan en esto mejor que los griegos, pues los últimos, por razón de las estaciones, acostumbran intercalar el sobrante de los días al principio de cada tercer año; al paso que los egipcios, ordenando doce meses por año, y treinta días por mes, añaden a este cómputo cinco días cada año, logrando así un perfecto círculo anual con las mismas estaciones que vuelven siempre constantes y uniformes. Decían asimismo que su nación introdujo la primera los nombres de los doce dioses que de ellos tomaron los griegos; la primera en repartir a las divinidades sus aras, sus estatuas y sus templos; la primera en esculpir sobre el mármol los animales, mostrando allí muchos monumentos en prueba de cuanto iban diciendo. Añadían que Menes fue el primer hombre que reinó en Egipto; aunque el Egipto todo fuera del Nomo tebano, era por aquellos tiempos un puro cenagal, de suerte que nada parecía entonces de cuanto terreno al presente se descubre más abajo del lago Meris, distante del mar siete días de navegación, subiendo el río."
En el apartado quinto de Euterpe, Heródoto nos cuenta que Egipto es un regalo del río, desde las playas donde llegan los barcos griegos a la zona de Meris:“En verdad que acerca de este país discurrían ellos muy bien, en mi concepto; siendo así que salta a los ojos de cualquier atento observador, aunque jamás lo haya oído de antemano, que el Egipto es una especie de terreno postizo, y como un regalo del río mismo, no solo en aquella playa a donde arriban las naves griegas, sino aun en toda aquella región que en tres días de navegación se recorre más arriba de la laguna Meris; aunque es verdad que acerca del último terreno nada me dijeron los sacerdotes. Otra prueba hay de lo que voy diciendo, tomada de la condición misma del terreno de Egipto, pues si navegando uno hacia él echare la sonda a un día de distancia de sus riberas, la sacará llena de lodo de un fondo de once orgias. Tan claro se deja ver que hasta allí llega el poso que el río va depositando.”
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