sábado, 10 de noviembre de 2012

Peri Em Heru Conjuro XXVII

Para que al difunto no le sea arrebatado el corazón en el imperio de los muertos

Palabras dichas por el Osiris N.: "Oh vosotros que quitáis los corazones, que robáis las vísceras del corazón, que hacéis que el corazón del hombre se manifieste en lo que ha hecho, mientras que no se reconoce la consecuencia de lo que habéis hecho, ¡Salve, señopres de la eternidad, organizacores de la perennidad! ¡No me quiteis mi corazón, no critiqueis a la víscera de mi corazón! Que mi corazón no dé lugar a reprimendas, porque es mi corazón, es el corazón de Aquel que es rico en nombres,

el gran dios que habla por sus miembros; ha enviado como mensajero su corazón en su cuerpo, siendo su corazón más ingenioso que los dioses. ¡ Obedéceme, corazón mío! ¡Soy tu señor! ¡ Mientras estés en mi cuerpo, no me serás hiostil! Soy el que ordena que me obedezcas en el imperio de los muertos"

Con esto acaba este conjuro.
Aquí, el difunto se dirige a los genios malvados, a los que viven en la morada de Thot y les pide que no se lleven su corazón
La perdida del corazón sería terrible para el difunto ya que es el corazón lo que se pesaba en la balanza de Osiris, y si no daba el peso, era el corazón el que la devoradora se comia, privándole de todo lo que habia hecho y sido en su vida.

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