jueves, 8 de diciembre de 2011

Poesía en el A.E. II

"Cuando la abrazo
Y me abre sus brazos
Me siento como un hombre en el país del incienso
Que está sumergido en perfume"
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Asi ha llegado el momento de preparar el lecho.
Servidor, te digo:
Pon lino para su cuerpo,
un lecho para ella de lino real.
Estate atento a usar lenceria bordada,
esparcida de esencias perfumadas
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Pasé por la cercanía de su casa.

Encontré la puerta abierta.

Mi hermano estaba en pie al lado de la madre,

Todos sus hermanos y hermanas estaban con él.

Su amor ha capturado el corazón de cuantos pasaban por el camino.

¿Qué perfecto galán que no tiene igual, un “hermano” que es una naturaleza escogida!

ME miró cuando pasaba.

Estaba sola para regocijarme

Cuánto se alegra mi corazón en el júbilo,

Porque mi “hermano” me ha visto.

Quiera dios que tu madre conozca mi corazón.

Vendría a visitarme.

¿Oh, Núbit, métele esa idea en el corazón!

Corro a mi hermano y lo olfateo

Delante de sus acompañantes.”



Pap. Harris 500 cantos de amor IV, 2,. V 3
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El amor que por ti tengo se derrama por mi cuerpo,

como la sal se funde en el agua,

como la manzana se impregna de grasa aromática,

como el licor se mezcla al vino.



¡Ah!, ojalá puedas tú apresurarte,

para ver a tu amada,

como un caballo en el campo de batalla,

como un toro que corre hacia su forraje.



El cielo regala su amor,

como una llama prende la paja,

como una vela atrae al halcón.


(Cantos de amor del antiguo egipto.trad; B.Folch, editor Olañeta)
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Adoro a la Dorada,
alabo su majestad,
celebro a la señora del cielo,
canto las alabanzas a Hathor, y la gloria de la dama soberana.

Le imploré; ella atendió mi plegaria
y me envió a mi señora.
Ella vino para verme,
Y así algo grande me adivino.

Me regocijé, me entregué al júbilo, sentí la plenitud,
cuando me fue dicho: “Mira, hela aquí”.

Ahora bien, ante ella que avanzaba, los jóvenes se inclinaban,
con gran amor hacia ella.

A mi diosa hice un voto;
pues ella me dio la amada
a lo largo de tres días, tras habérselo rogado.
Hace ahora cinco días que me ha abandonado.
(Cantos de amor del antiguo egipto.trad; B.Folch, editor Olañeta)
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¡Ah!, ojalá fuese yo quien lava sus vestidos
durante un mes entero.
Pues sería feliz con lavar el aceite
que impregna sus vestidos;

podría ocuparme de su ropa,
y ella me reprendería o me haría cumplidos.
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Su esposa, querida de su corazón,
ama de su casa, de carácter encantador,
aquella a quien el universo entero dice: “Sé bienvenida, bienvenida”.
Su esposa amada, soberana de gracia, dulce de amor,
la de la boca exquisita, la palabra amable,
aquella cuyo consejo es excelente para componer los escritos;
todo lo que de sus labios salía era como una obra de la Verdad;
una mujer perfecta, muy honrada en su ciudad,
la que tendía la mano a todos,
la que decía lo que está bien, y repetía lo que se ama,
la que hacía lo que aman todos,
a cuyos labios ningún mal acudió,
la que todo el mundo ama, Renpet-Nefert.
(Cantos de amor del antiguo egipto.trad; B.Folch, editor Olañeta)



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